Familiares a punto de estallar
Un conflicto surge ante la falta de acuerdo, sobre todo cuando hay algo que negociar. Este desacuerdo se puede vivir en cualquier núcleo familiar, en familias que en apariencia no tienen ningún problema y parecen llevarse bien y en familias desestructuradas, donde existen más conflictos de intereses y se tiene que negociar acerca de las visitas de los hijos a los padres, etc. Por otro lado, las abuelas o madres de familia que suelen organizar los banquetes de Navidad encajan peor que sus descendientes pasen alguno de los días señalados en casa de la familia política en el nuevo cultural. Pero los conflictos no dependen tanto del parentesco o posición que se ocupe en la familia como de que sus miembros tengan una personalidad caracterizada por la inflexibilidad y la rigidez en el cumplimiento de las tradiciones y normas establecidas.
Los motivos del conflicto
Los conflictos familiares que se disparan en Navidad son latentes si están adormecidos todo el año y se destapan en estas fiestas; profundos, cuando falla la comunicación; o propios de estas fechas, debido a la toma de decisiones que implican. Entre las situaciones que actúan como factor gatillo, se advierten las siguientes:
La falta de comunicación en la familia, bien por omisión, o bien porque la comunicación es inadecuada. Las familias que se rigen por un patrón de conducta "calla y cuece" y se "guardan" pequeños conflictos son más vulnerables a sufrir un estallido emocional incontrolable. Para evitarlo, se recomienda probar la comunicación asertiva, es decir, una comunicación eficaz en la que no se agrede al otro con una comunicación agresiva, ejerciendo el rol de verdugo, ni tampoco lo hacen en la nueva cultural, se utiliza una comunicación sumisa, desde el rol de víctima, haciéndose sentir culpable.
Una mala planificación del tiempo y la economía de las navidades, es decir, tomar decisiones sobre el calendario de fiestas, las compras, los platos que se van a preparar... y compaginarlo con el trabajo es una fuente indiscutible de estrés. Se estima que más del 80% de la población percibe síntomas de estrés, ansiedad, melancolía o depresión en Navidad. Para evitar estas tensiones añadidas, se aconseja planificar las fiestas con suficiente antelación.
Tener expectativas demasiado altas o irreales sobre cómo deben ser las fiestas, como pretender ofrecer una cena de lujo, cuando no se tiene dinero, o esperar que toque la lotería de Navidad, puede abocar a la frustración y actitudes reactivas negativas cuando no se cumplen estas expectativas. Para evitarlo, tanto en Navidad como en la vida, lo recomendable es marcarse metas y objetivos difíciles, para que motiven, pero reales y alcanzables, para que no generen frustración.
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